viernes, 16 de abril de 2010

Contradicciones



Diez, once, doce de la noche, todos van mientras yo vuelvo.

Hombres, hombrecitos, mujeres y mujercitas.

Recién bañados, producidos, vestidos, perfumados.

Ríen y charlan sobre la noche que tendrán, su salida recién comienza.

Diez, once, doce de la noche, trenes y colectivos repletos de todos ellos que buscan el placer nocturno.

¿Habrá algún otro como yo?

Todos salen, yo vuelvo.

Cansada, sucia, despeinada, desganada.

Diez, once, doce de la noche, mi día ya termina, mi cuerpo y mi mente no tienen ganas de nada, pero desean unirse a esa multitud.

Los semáforos en Buenos Aires ya se fueron a dormir.

Y yo llego, me descalzo y me desvisto, sintiéndome mas feliz que nunca.

Hasta que viene el dolor, el triste dolor de la soledad.

Me acuesto, cierro mis ojos y trato de dormir, pero es inútil, solo me engaño.

Entonces me levanto y abro la caja de algún disco, lo hago funcionar y me vuelvo a acostar y a cerrar los ojos mientras escucho y te recuerdo.

Y a veces río, y a veces lloro.

Hasta que finalmente me duermo.

Las calles ya están calladas, en mi mente suenan como un eco los últimos acordes de interstellar overdrive, y los sueños invaden pacíficamente mi alma.

Ocho, nueve, diez de la mañana, un aparato suena y mis ojos resignados se abren.

Los semáforos ya despertaron, las calles vuelven a llenarse.

Me levanto, me baño, desayuno, dispuesta ya a salir.

Pinto mis labios de un color que evoca a tus besos, pero ya no estoy triste por mi soledad.

Camino rumbo a la parada del colectivo, despierta, descansada, sobria cruzándome a todos ellos que vuelven cansados, dormidos, extasiados.

Ocho, nueve, diez de la mañana, todos vuelven y yo voy.

¿Habrá algún otro como yo?

Ya tendré la ocasión para seguir su mismo rumbo.

No importa, yo soy feliz, otra vez soñé con vos.

1 comentario:

Julián Sick dijo...

Cuando la noche nos desvela tratando de lograr la empatía tierna del cosito que se va saliendo como un pene del tamaño de una armonía fecunda los óvulos de la avaricia social desdoblándote la ceja del poder. Y mancha como una camisa! Qué pizza!