Contradicciones
Diez, once, doce de la noche, todos van mientras yo vuelvo. Hombres, hombrecitos, mujeres y mujercitas. Recién bañados, producidos, vestidos, perfumados. Ríen y charlan sobre la noche que tendrán, su salida recién comienza. Diez, once, doce de la noche, trenes y colectivos repletos de todos ellos que buscan el placer nocturno. ¿Habrá algún otro como yo? Todos salen, yo vuelvo. Cansada, sucia, despeinada, desganada. Diez, once, doce de la noche, mi día ya termina, mi cuerpo y mi mente no tienen ganas de nada, pero desean unirse a esa multitud. Los semáforos en Buenos Aires ya se fueron a dormir. Y yo llego, me descalzo y me desvisto, sintiéndome mas feliz que nunca. Hasta que viene el dolor, el triste dolor de la soledad. Me acuesto, cierro mis ojos y trato de dormir, pero es inútil, solo me engaño. Entonces me levanto y abro la caja de algún disco, lo hago funcionar y me vuelvo a acostar y a cerrar los ojos mientras escucho y te recuerdo. Y a veces río, ...